Las variedades locales representan la herencia de un territorio y son la mejor salvaguarda para afrontar los desafíos globales y mantener nuestro patrimonio cultural. Sin embargo, las prácticas insostenibles de agricultura y las demandas crecientes de consumidores, están acabando con nuestra biodiversidad a un ritmo muy alarmante. Una vez se pierde una semilla o una variedad local, no hay marcha atrás.
11 nov 2020
2 oct 2020
Curso Plantas Que Curan Nuestros Huertos
El pasado mes de Julio Ekologistak Martxan Barakaldo junto a La Huertaka realizo un curso básico para aprender a cultivar nuestros propios alimentos. El curso se realizo los días ,6 ,7 ,8 ,9 ,10 ,11 ,12 ,14 ,15 ,16 y 17 de Julio donde se aprendieron las técnicas básicas para poder realizar un huerto. Mas adelante realizaremos mas cursos donde daremos ha conocer el proyecto de La Huertaka y ahondar mas en el beneficio que traen los huertos urbanos en nuestras ciudades. ¡¡¡SALUD Y A CULTIVAR!!!!
21 may 2019
La Huertaka y los Bienes Comunes, un Relato
Entre la tarde del domingo 19 y la mañana del lunes 20 se han
llevado cuatro árboles de La Huertaka, el huerto urbano colectivo y
abierto al público de Lutxana. Un ciruelo, un cerezo, un castaño y
un naranjo. La verdad, no es el primer árbol que se llevan.
Empezamos
hace ya cinco años, en septiembre de 2014. Los objetivos eran
múltiples: conocer gente nueva, reconectar con la naturaleza,
aprender a producir nuestros propios alimentos, recuperar espacios
abandonados de nuestro pueblo y compartir todo esto con cualquier
vecino o vecina que pasase por allí. Es por eso por lo que lo
planteamos
como
espacio abierto desde el
primer día y le dimos toda
la publicidad que pudimos. Pero claro, construir un espacio abierto
tiene su parte problemática
también.
No
es la primera vez que hablamos de esto en prensa, por lo que a alguna
lectora ya le sonará todo esto. Los jóvenes que se aburren y le
pegan patadas a todo lo que encuentran,
la gente con perro que le deja pisar por los bancales recién
plantados y que, por supuesto, no va a recoger las cacas si no hay
nadie mirando, las personas mayores que van con la bolsa del super a
recoger la cosecha porque “creían” que estaba permitido o la
gente que va a pasar la tarde y, si
se cae algo al suelo, ya lo recogerán otros. Esto
a pesar de que tienen una bolsa de basura bien visible al lado del
merendero, que tiramos y reponemos casi cada semana. Podríamos
contar, por ejemplo, como intentamos tener tres maceteros grandes
llenos de fresales en una de las entradas desde principios de año y
como iban desapareciendo las plantas una tras otra y los maceteros
cada vez aparecían más destrozados. Como nos acabaron por reventar
uno hace unos meses
y como nos tiraron otro al suelo hace dos semanas. Queda un macetero
y cuatro fresales, a ver lo que aguantan!
También podríamos contar que la noche del domingo no solo se han
llevado cuatro árboles, también han dejado un
peral a medio arrancar, dejándonos
con la preocupación y la tristeza de si la próxima vez que vayamos
a la huerta habrá desaparecido algún árbol más.
La
Huertaka no se va a ninguna parte. Estamos pocos y, aunque nos hacen
perder mucho tiempo arreglando
destrozos y limpiando la
basura de los demás (o perdiendo media mañana para escribir una
nota de prensa), el proyecto
esta fuerte. Cada vez hay más gente que se ha decidido a coger una
parcela al lado (queda un montón de sitio para quien quiera una, por
cierto), estamos renovando
el mobiliario y vamos decorando y mejorando el espacio poco a poco
con vallas decorativas y, si
nos dejan, árboles
frutales.
Se
suele decir que la gente es así, que el mundo está lleno de
oportunistas y de gente que no
desaprovecha la oportunidad de llevarse algo “gratis”. Y todos
hemos sido un poco gamberros e inconscientes cuando eramos más
jóvenes. Pero también es cierto que bastan unas pocas malas
experiencias para caer en la tentación de pensar que todo el mundo
mira únicamente para
si mismo y que los proyectos
comunitarios tienen que tener un grado muy alto de inocencia. La
Huertaka es una prueba de lo contrario. Entre niños, niñas y
adultos, cientos de barakaldeses y barakaldesas han aprendido
gracias a este proyecto
que en Barakaldo también se pueden plantar alimentos y que los
espacios comunes de nuestro pueblo pueden llenarse de vida y de
utilidad social en poco tiempo y con un poco de esfuerzo. Y, aunque
nos cueste verlo en el día a día, las sociedades evolucionan
también. No es inocencia querer construir un mundo más amable, más
sostenible, más empático y
cooperativo, es una necesidad.
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